Vamos a pedirle al baul que nos cuente otro cuento..uno épico, sentémonos y escuchemos el relato..
Vivia en aquella montaña, en lo mas alto, en la carcel del templo eterno, una prision para inmortales como el.
En su corazón albergaba un anhelo, una esperanza, volver a latir.
El era un joven cubierto por una maldición. En otros tiempos había luchado al lado de los Dioses, pero un día, se enamoró de unos ojos que solo vio durante un segundo,lo suficiente como para olvidar que existia, olvidar su misión, olvidarlo todo.
Aquellos ojos hicieron que su corazón latiera tan fuerte que solo podia escuchar el redoble de su acompasado músculo..
Los Dioses le habian enviado a espiar al señor de la guerra. Con su armadura negra y su espada forjada por los herreros del Olimpo, no tenia nada que temer pues estaba protegido por el don de la Inmortalidad.
Pero al llegar allí..se encontró con una bella prisionera a la cual no podía ver bien, pues estaba oculta tras una tupida manta y un grueso velo..solo podía ver sus ojos..brillantes, a través del ferreo vestido.
Tenia cadenas en sus pies y un feroz dragón rojo velaba por ella.
Ella se giró y lo vió, oculto entre una escultura grotesca de un demonio alado. El se quedo prendado durante unos segundos.
El dragón se giró y lo percibió..por lo que el señor de la guerra bajó envuelto en una nube de humo y vapor oscuro.
Al verse descubierto, empezó a correr y huyó hacia su caballo negro. No podía dejar de pensar mientras corria en aquella mirada de socorro..aquella mirada decía ¨ven a por mi¨..
Al llegar de vuelta, un consejo de sabios le esperaba. Los Dioses no querian que el Señor de la guerra supiera que era espiado, y ahora les habia descubierto.
Has fallado!! Le dijeron..como castigo te encerraremos para siempre en la prisión inmortal, donde veras consumir los dias desde lo alto.
El castigo era horrible, pero el no se inmuto. Solo podía pensar en aquella mujer, en liberarla de sus cadenas..pero como..?
Rápidamente lo subieron desnudo, sin nada de ropa a la torre, despojado de todo. La puerta de hierro y puas se cerró y el quedó allí sin mas que su tesón por escapar y llegar al lado de lo que el creia su destino.
Pasaron varios dias y nada..era imposible salir de alli. Era una prision en lo mas alto de una montaña, rodeada por puas espinosas y la terrible serpiente de tres cabezas. Nadie habia logrado escapar de alli, si lo hacias eras devorado por ella y te consumías dentro en una digestión de 10000 años.
Cerraba los ojos con fuerza y esto le trasladaba cerca de su objetivo. Por mas que intentaba imaginar una forma de escapar era poco mas que imposible.
Cierto dia, en lo alto de la torre, en la noche estrellada, un enorme dragón rojo se acercó peligrosamente a el.
Era el. El guardián que custodiaba a aquella bella prisionera. Intentó correr hacia la puerta, pero fue demasiado tarde. Desnudo como estaba, sin armas, nada podía hacer, sus garras lo atraparon y lo levantaron en vuelo hacia el cielo.
Pensó que seria su fin..si lo soltaba al bosque de púas donde moraba la serpiente estaba perdido..
Pero el Dragón no lo dejó caer..sino que volo lejos de allí, en dirección a la fortaleza del Señor de la Guerra.
Igualmente estaba perdido. Si no caia en las fauces de la serpiente, seria castigado por el Dios de la guerra, y entonces sufriría dolores eternos por siempre.
Las uñas se le clavaban en la piel con dureza. Cualquier mortal habría sucumbido..el no..vivía por un solo motivo..liberarla..
Mientras volaba recordaba todas sus batallas..las veces que había combatido, las veces que su armadura abollada había tenido que ser forjada y reconstruida..
Al poco divisó la fortaleza prohibida, donde estaba prisionera ella. El dragón comenzó a descender hacia la cueva.
Al llegar le dejó caer desde una altura de unos 10 metros. El suelo frio hizo crujir sus huesos.
Notó una mano que se posaba delicada en su espalda..era ella.Se levantó su velo y allí estaba, hermosa, sonriente a pesar de su prisión..
El intentó hablar, pero ella le calló con un beso en los labios. Ese beso era lo que siempre había estado esperando. Ni su desnuded, ni sus heridas..nada le importaba.
Se levantó y ella dejó caer su túnica, quedando desnuda frente a el.
Se abrazaron con fuerza..En ese momento las cadenas de ella se rompieron y las heridas de el sanaron.
Absortos en su amor, el Dios de la guerra lo vió, y loco de ira los convirtió en piedra negra rodeada de fuego.
Cuenta la leyenda que en lo alto de una montaña aun puede verse el fuego que los rodea, es la pasión..y la piedra la dureza de su amor.
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